viernes, 12 de marzo de 2010

Dia 7. Niksic (MTN) - Mostar (BIH)


A primerísima hora nos despertamos para cambiar de sitio las motos. Las habíamos aparcado en la parte trasera del hotel por petición de los empleados. Estaban convencidos que nos iban a robar las motos y querían que a las 6 las pusieramos frente a la puerta delantera a la vista del guardia diurno.
Así que el día empezó "un poco pronto".

Salimos de Niksic envueltos en la niebla y con copos cayendo. La carretera va hacia el este, en dirección a Dubrovnik. Pasamos un puerto tras el que aparece el sol, que ya no nos abandonará en todo el día.





Tras Vilusi llegamos al puesto fronterizo. Está en lo alto de un puerto de montaña, en medio de la nada. El arrugado agente bosnio se mira mi pasaporte, ve que me llamo Pablo y sonrie. Me mira y enseñándome una mandibula llena de oro suelta "...Pablo Escobar?" No se qué responderle...

Con varios sellos más en el pasaporte entramos en Bosnia y Herzegovina. El país está dividido en dos entidades políticas, la Federación Bosnia y la Republika Srpska.

A pesar de esto la circulación por dentro del país ahora es fluida. Anteriormente había controles, pero nostros al menos no vimos ninguno.
Bajamos el puerto por el lado Bosnio y tras pasar un lago cruzamos Trebinje. Tras la guerra y los Acuerdos de Dayton en Trebinje hubo tropas españolas de la IFOR y la EUFOR durante varios años.
Al salir de Trebinje el paisaje cambia por completo. Es una llanura enorme, con bosques interminables, un lago, el Bilecko Jezero y poco más que transmite una grandísima soledad. No parece que haya mucha gente por esta zona.
En Bileca paramos a tomar un tentempie de los que llevamos encima. Allí hay una base militar y escuchamos las prácticas de tiro.

Algo más al norte tomamos un desvío que nos saca de las rutas principales. Por la carretera a Plana, Bijeljani y Berkovici pasamos por unos de los paisajes más majestuosos de todo el viaje. Es un valle muy ancho que se pierde en el horizonte. Primero es todo una arboleda baja y tras superar un repecho -lleno de placas por una batalla que debió ocurrir en un punto estratégico como este- el valle se convierte en una zona pantanosa. Espectacular. Los dos coincidimos en que pasar por aquí fue un acierto. Como decía, de lo mejor del viaje.
En Stolac empezamos a ver algo que será una constante en Bosnia. En todos lados, desde cunetas a rotondas, aprovechando cualquier espacio, todo está lleno de cementerios. En esta zona, perteneciente a la Republika Srpska la mayoría son tumbas musulmanas, aunque en otras zonas hay más cristianas o están más a la par.

A media tarde y bajo un sol espléndido y algo de calor entramos en el valle del río Neretva. Se nota que nos acercamos a una ciudad importante porque vemos fabricas y mucho tráfico en la carretera principal, que además conecta con Sarajevo.

Llegamos a Mostar! En uno de los puentes esperamos a que llegue nuestro guía para acompañarnos al albergue.
En el hostal, la madre de Miran nos recibe con unos refrescos. Nos preparan una habitación de 4 para nosotros solos. Las motos las aparcamos en un callejón muy estrecho que cierranpor la noche y nos vamos a aprovechar la tarde.

Obviamente la estrella es el ultrafamoso Stari Most, reconstruido tras ser reventado a bombazos en el sitio de la ciudad en los '90. La destrucción de este puente es una de las grandes vergüenzas de la guerra de los Balcanes.

El casco antiguo de Mostar es precioso, aunque está muy enfocado al turismo. Por suerte al viajar fuera de temporada vemos muy pocos turistas, pero en verano debe ser como un parque temático.
Entramos en la mezquita de Pasa Koski Mehmed, la más antigua de la ciudad y desde lo alto de su minarete contemplamos el Neretva, el Stari Most, la ciudad y las montañas que flanquean la ciudad.

Hay muchos edificios en ruinas o con señales de la guerra a la vista. No se han disimulado, al parecer para recordar lo que aquí pasó y también -digo yo- porque es una atracción turística más.
La visita a Mostar nos ha dejado muy buen sabor de boca, como los platos musulmanes que degustamos en un bar cualquiera.
Mostar es un sitio que vale la pena visitar.

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